Ya teníamos ganas de que llegara
la carrera de Montealegre. El año pasado allí lo pasamos muy mal y este año
teníamos una espinita clavada que nos queríamos quitar. Así que el sábado por
la tarde quedamos para tomar un cafetillo y nos encaminamos para allá Miguel y
yo (echamos de menos al tercero en discordia, Francis II).
Salimos de El Salobral lloviendo
y pensando que esa iba a ser la tónica de la carrera llenamos la mochila de
todos los enseres necesarios para la lluvia: chubasquero, gorra, paraguas, botas
de goma, gafas de bucear, zodiac….. Y pensábamos de verdad que nos íbamos a
mojar pero al final hubo suerte y la lluvia hizo un hueco durante la carrera.
Llegamos con tiempo más que de
sobra para la recogida de dorsales y charlamos un buen rato con conocidos que
nos ofrecían las sensaciones sobre lo que se avecina y que iban a Montealegre a
rodarse un poquito antes de la media de Albacete, objetivo que creo que todos
tenemos ya en mente.
La carrera de Montealegre se
caracteriza por sus constantes subidas y bajadas, destacando sobre todo una
subida que se hace larga y donde el año pasado hicimos “perla”. Este año,
conocedores del terreno, sabíamos a lo que nos enfrentábamos y la carrera se
nos hizo más corta y amena, aunque también hubo tiempo para el sufrimiento,
sobre todo mío, porque aunque la forma de regular fue mejor que la del año
pasado las cuestas siguen estando ahí y algunas veces nos obligaban a meter la
reductora.
Hay que decir que en el aspecto
organizativo la carrera ganó mucho con respecto al año pasado. Sobre todo se
notó en los puntos de agua que aumentaron de número y, lo más importante, no se
quedaron secos como el año anterior.
Buen avituallamiento final, sin colas y bolsa bastante decente.
Al final nos fuimos con más o
menos buenas sensaciones, con la espinita quitada y a la espera de que este fin
de semana que se nos avecina todo vaya bien en la media de Albacete y podamos
disfrutar de la mejor media maratón de España sin contratiempos.
Un saludo.
Crónica de Victor.