Como venía siendo habitual en las carreras
predecesoras el tiempo amenazaba con darnos la carrera, agua a manta! Y
conforme íbamos para allá la verdad es que la cosa no pintaba nada bien.
Cuando llegamos a recoger los dorsales no llovía, pero había una niebla
que mojaba de lo densa que era y que luego nos vino de maravilla para
refrigerar en esas cuestas que hay para subir al nacimiento del rio
Turruchel. La verdad es que caía agua de todos los sitios ya que había
estado lloviendo toda la semana y toda la noche anterior, por lo que
entre la niebla, los pinares y el ruido de los cientos de arroyos que
brotaban de todos los sitios, el paisaje era perfecto para disfrutar de
esta carrera a la que yo me he hecho incondicional. La dureza de la
primera mitad, los paisajes, los arroyos, el rio, etc. para mi hacen que
sea una de las carreras más bonitas del circuito.
En
lo deportivo, las intenciones eran las habituales, disfrutar de la
carrera y olvidarme de tiempos al igual que el resto de compañeros. La
realidad después es que me encontré genial subiendo durante casi toda la
subida, aunque como de costumbre terminé doblegándome en las últimas
rampas y ande algo aunque no más de 100 metros. Respecto a la bajada es
la mejor con diferencia de todo el circuito, casi 7 km de carretera con
una pendiente suave que saca lo mejor de cada uno, aunque también es
verdad que cuando llevas 5 km a cerca de 4:00 min/km te fundes igual que
cuando subes. De todas maneras, este año la bajada fue muy distinta a
del año pasado, baje como una moto y salvo un par de corredores que me
adelantaron a mí, fui yo el que adelanté a más de 30, por lo que las
sensaciones al final de la carrera era geniales.
Los
compañeros terminaron igual de contentos, he incluso aprovecharon para
hacer un reportaje fotográfico en la subida de los increíbles paisajes.
Como curiosidad, este año no hubo anécdota con las ovejas, el pastor estuvo más listo Crónica de Angel Felipe.