A las siete quedamos Francis, Juan Carlos “el de Alcadozo” y
yo en el sitio habitual para salir hacia Caudete y hacer su carrera nocturna. Y
menos mal, porque hubo una confusión de horarios y si llega a ser por los
insurgentes antes mencionados habíamos llegado allí justo a la hora de cerrar
el pueblo. Vamos, tarde.
Al llegar a Caudete, la verdad, es que no se veía un gran
ambiente de carrera. Será porque están muy acostumbrados a ella. No olvidemos
que es la carrera más longeva del circuito y eso al final se notó.
Recogida de dorsales muy cómoda y ágil, como viene siendo
habitual en casi todas las pruebas y sin tiempo para mucho más empezamos a
correr.
La temperatura era idónea y enseguida empezamos a notar que
la carrera era otra cosa de lo que preveíamos al principio. Está muy bien
organizada, con mucha gente en la calle y el circuito, totalmente urbano, es
muy bonito con dos vueltas que sin llegar a ser muy exigentes si tienen su
punto de dureza al tener que subir a la parte alta del pueblo. Se compensa con
la bajada final que te encamina prácticamente hasta la meta y que se hace por
una avenida ancha flanqueada de terrazas donde la gente anima a los corredores
y hace más llevaderos los últimos kilómetros.
En cuanto a nosotros pues más o menos lo esperado. Juan
Carlos en su línea: echo un galgo. Y eso que dijo que se lo iba a tomar con
filosofía. Francis muy bien, echo un toro y pensando que en cualquier momento
puede hacer una carrera por debajo de cinco minutos el kilómetro. Y yo como
siempre. Bien al principio y mal al final. Para cuando yo llegué Juan Carlos se
había comido ya el bocadillo, la sandía, el helao, el café e iba por la página
cien del libro que empezó mientras me esperaba. Me queda el consuelo de haber
hecho la carrera al lado del gran Pepe Llorens al que sus paisanos no paraban
de animar y alguna que otra compañía más que se agradeció.
Al final gran avituallamiento que resultó ser una cena y un
gran ambiente final en la piscina que nos hizo plantearnos montárnoslo de otra
manera para el año que viene. ¡Nos echamos unas merenderas y allí nos quedamos!
Nos vemos en la próxima. Un saludo.
Crónica de Victor.