miércoles, 18 de julio de 2012

XXXII CARRERA ANTONIO AMOROS, CAUDETE


A las siete quedamos Francis, Juan Carlos “el de Alcadozo” y yo en el sitio habitual para salir hacia Caudete y hacer su carrera nocturna. Y menos mal, porque hubo una confusión de horarios y si llega a ser por los insurgentes antes mencionados habíamos llegado allí justo a la hora de cerrar el pueblo. Vamos, tarde.

Al llegar a Caudete, la verdad, es que no se veía un gran ambiente de carrera. Será porque están muy acostumbrados a ella. No olvidemos que es la carrera más longeva del circuito y eso al final se notó.

Recogida de dorsales muy cómoda y ágil, como viene siendo habitual en casi todas las pruebas y sin tiempo para mucho más empezamos a correr.

La temperatura era idónea y enseguida empezamos a notar que la carrera era otra cosa de lo que preveíamos al principio. Está muy bien organizada, con mucha gente en la calle y el circuito, totalmente urbano, es muy bonito con dos vueltas que sin llegar a ser muy exigentes si tienen su punto de dureza al tener que subir a la parte alta del pueblo. Se compensa con la bajada final que te encamina prácticamente hasta la meta y que se hace por una avenida ancha flanqueada de terrazas donde la gente anima a los corredores y hace más llevaderos los últimos kilómetros.

En cuanto a nosotros pues más o menos lo esperado. Juan Carlos en su línea: echo un galgo. Y eso que dijo que se lo iba a tomar con filosofía. Francis muy bien, echo un toro y pensando que en cualquier momento puede hacer una carrera por debajo de cinco minutos el kilómetro. Y yo como siempre. Bien al principio y mal al final. Para cuando yo llegué Juan Carlos se había comido ya el bocadillo, la sandía, el helao, el café e iba por la página cien del libro que empezó mientras me esperaba. Me queda el consuelo de haber hecho la carrera al lado del gran Pepe Llorens al que sus paisanos no paraban de animar y alguna que otra compañía más que se agradeció.

Al final gran avituallamiento que resultó ser una cena y un gran ambiente final en la piscina que nos hizo plantearnos montárnoslo de otra manera para el año que viene. ¡Nos echamos unas merenderas y allí nos quedamos!

Nos vemos en la próxima. Un saludo.
Crónica de Victor.