Cuando me dijo Juan Carlos que me había tocado hacer la crónica de la carrera de Riopar insistió: fíjate en todos los detalles. Y lo intenté, de verdad que lo intenté, pero mi memoria parece que no trabajó demasiado bien. Y creo que se por lo que ocurrió esto. Os lo cuento.
Como siempre es un poco pesado levantarse un domingo temprano para ir a correr. Sólo lo entendemos nosotros, verdad. Y el viaje a esta carrera tampoco ayuda mucho. Largo y pesado. Pero todo se olvida cuando empiezas a correr. Jamás pensé que iba a disfrutar tanto sufriendo.
La carrera es, sin duda, la más bonita que yo he corrido jamás. La primera parte es dura, con rampas que se hincan en los gemelos pero que no llegan a ser demasiado agobiantes ya que no son de gran longitud y siempre a una rampa le sigue una pequeña zona de descanso. Prácticamente todo el recorrido es por el monte, entre pinos, con un recorrido entre caminos y sendas que
se hace muy ameno. Y, por fin, llegas arriba. Yo, por lo menos, con los
plomos fundidos. Y va el compañero y dice: "Oye, mira a
la izquierda". Y alucinas. Las vistas son maravillosas, hasta el
cansancio parece que remite. Sin duda, merece la pena subir allí y si no fuera por el reloj, dan ganas de sentarse allí un rato, respirar hondo y simplemente contemplar.
Y luego la bajada. Sinuosa y estrecha al principio pero cuesta abajo
todo pasa deprisa y pronto vuelves a divisar de nuevo el pueblo. Y miras atrás y dices: "Vaya, hemos terminao".
Por eso no me fijé en los detalles. La carrera es demasiado bonita
para verlos. Nadie se quejó del viaje. Nadie habló de la bolsa de
obsequios que nos dieron. Nadie dijo nada del avituallamiento final.
Todo el mundo hablaba de lo que había disfrutado en esta carrera. Sin duda, una gran experiencia.
Por cierto, Miguel. Muchas gracias. Un detalle.
Crónica de Victor.
Fuente atletaspopulares.es
Fuente atletaspopulares.es